Desde la llegada de la pandemia causada por la Covid-19 los empresarios fueron forzados a cambiar el modelo de negocio al que venían acostumbrados por lo que, el comercio electrónico fue el principal mecanismo para la sostenibilidad de las empresas en el mercado. Según la Cámara de Comercio Electrónico, en Colombia en 2021 las ventas en línea crecieron 40,2 % respecto al 2020, y se espera que sigan en crecimiento. Se ha establecido además que el comercio electrónico ha crecido cerca del 80% en comparación con los niveles anteriores a la pandemia, mientras que el comercio tradicional no ha crecido, sino que a duras penas ha retornado a los niveles previos. Se debe destacar que los sectores que más han crecido están vinculados al retail, deportes y tecnología, entre otros; sin embargo, el comercio B2B representa apenas una fracción del crecimiento general.
Por otro lado, en el campo normativo, con la salida del decreto 278 del 15 de marzo de 2021, se establecieron las bases para el desarrollo del comercio electrónico bajo el régimen franco, dando un incentivo a las múltiples actividades potenciales para todos los sectores nacionales. Por ejemplo, se dio luz verde a los usuarios industriales de zona franca de realizar importaciones bajo la modalidad de tráfico postal y envíos urgentes, la cual permite la comercialización de bienes a través de medios electrónicos por su eficacia y rapidez. Esto significa una gran oportunidad para el desarrollo de la economía del país, ya que permite atracción de inversión extranjera. Particularmente, de acuerdo con Analdex, las zonas francas se vuelven ideales para la realización de operaciones de distribución de mercancías por el tiempo ilimitado que pueden estar en una bodega sin que se causen los impuestos de las importaciones, además la trazabilidad de los productos seria plena por el control de inventarios que manejan en las zonas francas, lo que permite incrementar la seguridad y confianza al cliente.
A pesar de los avances que se han logrado, los retos son mayúsculos para una implementación masiva a través de múltiples industrias y eslabones de la cadena de suministro. Podemos destacar aspectos por mejorar como la necesidad de las empresas de invertir para un mayor grado de adopción de tecnologías de información y comunicaciones en los sectores manufacturero y de comercio; mayor capacitación y roce internacional para vencer el desconocimiento de proveedores y clientes globales de tal manera que se aumente el grado de confianza para el uso de las plataformas Business to Business (B2B), así como de las plataformas Business to Consumer (B2C); la contribución de las instituciones y las políticas educativas para aumentar la disponibilidad de talento para el desarrollo e implementación de aplicativos digitales, sistemas de información y explotación de las plataformas digitales de comercio, entre otros aspectos.
Sin embargo, uno de los retos más importantes tiene que ver con el desarrollo de una fortaleza institucional alrededor de la implementación del comercio electrónico en las zonas francas. Por ejemplo, es necesario que la Dirección de Aduanas e Impuestos establezca procedimientos sobre la manera en que se pueden realizar operaciones de tráfico postal y envíos urgentes dentro de las zonas francas, además de adecuar la infraestructura con equipos especializados para la recepción e inspección no intrusiva de mercancías.
En resumen, se requiere del concurso de múltiples actores: de parte del empresariado, una mayor adopción tecnológica; de parte de la academia mayor formación de personal calificado; y de parte de las instituciones reguladoras mejores y más agiles procedimientos. Esto permitirá aprovechar la era de la digitalización para lograr mayores niveles de productividad y competitividad, así como para acceder a clientes y proveedores globales a partir las fortalezas locales que nos ofrecen las zonas francas.
Luis Miguel Bolívar y Silvana Ramirez