Estamos ante la presencia de cambios estructurales en el comercio internacional debido a varios factores de ocurrencia simultánea como son: la ruptura de las lejanas cadenas globales de valor por el COVID-19 en la medida que los proveedores desean estar mucho más cerca de sus clientes finales; la disminución de la huella de carbono de largos trayectos; así como la guerra comercial entre los Estados Unidos y China que ha desplazado a más de Usd$108.000 Millones de exportaciones que desde ese país se hacían hacia los Estados Unidos en el 2018.
Usd$70.000 millones es el monto que, según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) llegará a América Latina en los próximos años como consecuencia del nearshoring, lo cual se traducirá en más de 2.000.000 de empleos directos y 40 millones de metros cuadrados bajo techo para las zonas francas de América Latina.
Dentro de toda esta estrategia de reacomodamiento global, Cartagena es uno de los mejores sitios opcionados para recibir esta nueva inversión por los siguientes factores:
Es la sede de uno de los mejores puertos de América Latina, el cual ha ganado cerca de diez veces el premio de mejor puerto de la región, con un movimiento que se acerca a los tres millones de contenedores (TEUS) al año.
El tener cuatro zonas francas multiempresariales en pleno funcionamiento, con infraestructura de clase mundial y áreas aún disponibles, algunas de ellas con exenciones municipales de impuestos.
Estar a tan solo dos días de distancia por mar y dos horas por aire de la Costa Este de los Estados Unidos.
Por tener Colombia el mejor acuerdo de libre comercio en materia de reglas de origen y
plazo indefinido con los Estados Unidos de América.
Cartagena fue durante los 250 años de la Colonia, el epicentro del comercio internacional de la Nueva Granada; sin duda se convertirá en una de las capitales del nearshoring de América Latina en el futuro cercano.
Contenido creado por Araujo Ibarra