Con el regreso del presidente Donald Trump a la Casa Blanca, el comercio ha generado importantes cambios a nivel global en términos económicos. Su renovada estrategia comercial, basada en un enfoque para relocalizar proyectos hacia Estados Unidos, prioriza la producción nacional e impone medidas arancelarias que reconfiguran las dinámicas internacionales. Este giro marca un cambio respecto al enfoque de apertura de administraciones anteriores, lo que ha generado nuevos retos en la relación con socios estratégicos como Colombia.
A pesar de este nuevo enfoque, la relación bilateral entre Colombia y Estados Unidos se mantiene sólida, respaldada por más de tres décadas de cooperación desde la apertura económica colombiana. Solo en 2024, el 29% de las exportaciones colombianas se dirigieron a este mercado. Para alcanzar ese volumen, sería necesario sumar las exportaciones a los seis destinos comerciales siguientes de Colombia.
En sus primeros 100 días la administración Trump ha anunciado un paquete de medidas comerciales que refuerzan esta agenda para relocalizar inversiones en territorio estadounidense. Entre las más relevantes, se encuentran, la introducción de un arancel general del 10% a las importaciones provenientes de países distintos a China. Para este último, se mantiene un arancel del 125%, al que se suma un gravamen adicional del 20% en el contexto de las tensiones bilaterales por la producción y el envío de fentanilo, elevando la carga arancelaria total a 145%. Asimismo, se eliminó el beneficio de minimis para productos provenientes de China y Hong Kong (en vigor desde el 2 de mayo) y se mantuvieron los aranceles del 25% sobre acero, aluminio, así como para los vehículos y autopartes. Cabe señalar que estas disposiciones están sujetas a revisión y ajuste, dependiendo de la evolución del contexto internacional.
Ante este escenario, Colombia emerge como uno de los cinco países más beneficiados dentro del nuevo entorno comercial por diferentes razones. En primer lugar, Colombia emerge como un país particularmente favorecido, no solo por su cercanía política y geográfica con Estados Unidos, sino también por la existencia de condiciones estructurales que fortalecen su posicionamiento. Un elemento determinante es el Tratado de Libre Comercio (TLC) vigente entre ambos países, que garantiza acceso preferencial al mercado estadounidense y consolida una cooperación estratégica en áreas clave como seguridad, inversión y desarrollo sostenible. Colombia forma parte de un grupo reducido de apenas 20 países con los que EE. UU. ha suscrito un acuerdo de este tipo, lo que representa una ventaja competitiva frente a economías sin este beneficio.
Además, el TLC establece un punto de partida arancelario del 0% para los productos colombianos, lo que permite enfrentar en mejores condiciones la nueva estructura arancelaria estadounidense. A diferencia de países como Ecuador o economías del sudeste asiático, que deben asumir tarifas adicionales al arancel base universal del 10% impuesto por Trump, Colombia mantiene condiciones preferenciales. Por ejemplo, mientras las rosas procedentes de Ecuador parten de una tarifa del 6.8% para llegar al mercado estadounidense, viéndose así enfrentadas a un arancel final del 16.8%, el caso de las rosas colombianas continúa con una tarifa del 10% de entrada. Otro caso de estudio pueden ser las importaciones relacionadas con los Bodys y camisetas de tirantes, donde para países como Vietnam parten de una tarifa del 32%, el arancel final a pagar resultaría en 42%, mientras que Colombia estaría sujeto a un arancel del 10%.
Otro factor determinante es la estructura de cálculo de los nuevos aranceles, que se aplican sobre el valor CIF (costo, seguro y flete). Esta fórmula penaliza especialmente a los países ubicados a mayor distancia geográfica, ya que los altos costos de transporte incrementan el valor de importación y, por ende, la carga arancelaria. En este sentido, Colombia es uno de los países más cercanos a la costa este de Estados Unidos. Cartagena se encuentra aproximadamente a tan solo 1.772 km de Miami, estando a más de 20 km de proximidad en comparación con Veracruz, México. Lo anterior sumado a la disponibilidad del Puerto de Cartagena, reconocido como uno de los más eficiente de las Américas, posiciona a Colombia como una joya logística.
Adicionalmente, Colombia ofrece un entorno fiscal atractivo a través de su régimen de zonas francas. Este mecanismo contempla un impuesto de renta preferencial del 20% sobre las exportaciones, junto con beneficios aduaneros, tributarios y facilidades logísticas que no se encuentran en otros países de tamaño similar en la región. Esto convierte a Colombia en una plataforma ideal para la relocalización de operaciones productivas bajo la estrategia de nearshoring.
Las nuevas reglas arancelarias ofrecen márgenes de maniobra para reducir costos mediante la incorporación de insumos estadounidenses. Dado que el nuevo arancel del 10% se aplica únicamente al contenido no originario, si al menos el 20% del valor del producto proviene de EE. UU., es posible mitigar parcialmente la carga arancelaria. En Araújo Ibarra, hemos acompañado casos en los que, gracias a esta estrategia de integración de materias primas norteamericanas, se ha logrado reducir el arancel hasta en un 50%.
En este contexto, se destaca el esfuerzo estratégico que lidera la ciudad de Cartagena para posicionarse como un actor clave en la estrategia de nearshoring. La colaboración entre la alcaldía, la gobernación, el sector privado, las zonas francas, los gremios, los puertos, los aeropuertos y las agencias de promoción regional demuestra una visión conjunta y coordinada, enfocada en consolidar a Cartagena como un centro logístico y comercial de referencia en América Latina.
Escrito por Martín Gustavo Ibarra Pardo, presidente, Araújo Ibarra.